La educación cambió, pero no solo eso, sino también la manera en la que ahora todos están conectados. Antes era normal pensar que el compartir, aprender y jugar eran tres acciones que se desarrollaban en contextos muy distintos, pues en nuestra época era así.
Para aprender no había otro lugar que no fuera un salón de clases. ¿Jugar? No con tanta frecuencia. ¿Pensar en tomar clases al aire libre y, a su vez, sin cuadernos y lápices? Clase de educación física, una vez por semana y si a eso le agregamos que, en algunas ocasiones, era con el profesor que más regañaba en todo el colegio, la emoción no era el sentimiento principal.
Pero, ya nada es así…Hay nuevas maneras y nuestros hijos pueden ser parte de ese mundo globalizado que nos ha enseñado que aunque al principio sea extraño para nosotros, no significa que esté mal.